Creo y siento que es importante contar algo de mi experiencia previa para que no crean que estoy hablándoles de algo que no conozco o les hablo de algo que leí por ahí. Profesionalmente hablando tengo formación de técnico agropecuario, técnico en comercio exterior y barista.
El mercado del café está cambiando y los que se adelanten a este cambio estarán mejor preparados para enfrentar los nuevos desafíos que esto implica. Los factores que afectan estos cambios son muy variados y van desde el cambio climático, nuevos hábitos de consumo, menor producción y productividad, injusticias por parte de intermediarios, nuevos varietales, entre muchos otros.
Siempre se habla que el café es un “commodity” (el segundo más tranzado en las bolsas de valores), que lo convierte en un objeto más, que es valorizado y pagado por personas que no saben nada del trabajo y sacrificio que hay detrás de producir cada grano de este preciado producto en oficinas en Londres o Nueva York. Es ahí donde nace el problema. Ver a un fenómeno social (como lo es el café), ver a un producto que genera más de 26 millones de empleos directos como un poroto que se compra a 1 y se debe vender a 2. Esto es lo que desencadena la debacle.
La intención de estas palabras es concientizar sobre el tremendo trabajo que hay detrás de cada parte de la cadena productiva del café para llegar a servir una taza de café.
Para que puedan entender un poco más al respecto, debo hablarles de las principales problemáticas de producir café en Perú. Problemas que jamás tendremos en Chile en los sistemas de agricultura intensiva, pero generalmente estos problemas se repiten en todos los países que se produce este importante grano como: falta o escasa conectividad, bajos precios pagados por intermediarios, falta de tecnología aplicada a los cultivos, zonas cercanas a la producción de drogas (hoja de coca en este caso) que permiten la proliferación del desarrollo de actividades terroristas y de narcotráfico, falta de mano de obra por cambio de preferencias laborales hacia la ciudad, plagas y enfermedades que merman la calidad y la productividad, falta de políticas públicas para encontrar soluciones, baja productividad y muchos otros problemas que afectan directamente la calidad y la productividad de los productores. Problemas que desmotivan, cansan y hacen que el producir café sea un negocio cada día más complejo.
Es ahí donde encontré un espacio en donde sentí que se podía ser un aporte a en la cadena productiva compartiendo conocimiento, estandarizando procesos, buscando posibilidades y mejoras en la gestión de procesos, generando acuerdos entre privados-gobierno-ONG´s y muchas otras formas de aportar.